La inmensa mayoría de las dolencias físicas tienen que ver con un sistema nervioso alterado y cuando nuestro sistema se encuentra así, provoca ansiedad y angustia en la parte emocional de nuestro Ser.
Tal es el caso que me pasó a media semana, tenosinovitis estenosante de primera corredera extensora de carpo derecho, mejor conocida como “Síndrome de Quervain”.
Esto es algo que solía pasarle a nuestras abuelitas por tanto tejer, pero actualmente nos está pasando a muchos jóvenes por el uso excesivo del celular…
La gota que derramó mi vaso no fue precisamente el uso del celular (aunque eso contribuyó significativamente), si no las múltiples actividades que realizo con las manos y la exposición a cambios bruscos de temperatura.
Después de pasar por mucho enojo y frustración porque no podía mover mi mano derecha del dolor y engarrotamiento, me puse a reflexionar al respecto y ahora que estoy bien, se los quiero compartir.
De entrada, cualquier problema con nuestras muñecas denota una falta de flexibilidad en la forma de decidir para qué deben servir nuestras manos. Es como si no nos concediéramos el derecho a utilizarlas para hacer algo que nos plazca por miedo a no estar a la altura o a equivocarnos. Por lo tanto, las utilizamos para hacer otras cosas intentando probar nuestro valor de este modo.
Posiblemente nos exigimos demasiado y quizás hasta pensemos que no nos merecemos hacer un trabajo divertido y sentimos culpabilidad por ello.
Las manos, como los brazos, son la prolongación del área del corazón; un dolor en este lugar indica que lo que se hace con las manos no se hace por amor, sobre todo por amor a sí mismo.
Es bueno recordar que la mano izquierda tiene relación con la capacidad de recibir, y la derecha con la capacidad de dar. Es posible que el dolor provenga del hecho de que una persona se impida hacer lo que quiere con esa mano. No escucha ni sus necesidades ni lo que su corazón desea.
Si un dolor en la mano afecta tu capacidad de recibir (mano izquierda), es momento de revisar tu forma de hacerlo.
¿De qué tienes miedo?
Si aprendes a recibir con amabilidad, admites que lo mereces y que eres una persona especial a quien los demás quieren complacer.
El lado derecho tiene relación con tu capacidad de dar. Si el dolor se sitúa en la mano de este lado, es posible que des con demasiadas expectativas, o que te creas obligado a ello.
¿Crees que tienes que hacerlo todo por ti mismo?
Cuando das, debe ser por el placer de dar y si la persona a quien le das algo no lo recibe con todo el placer con que contabas, concédele el derecho de no tener los mismos gustos que tú.
Las manos representan mi capacidad para coger, dar o recibir. Son la íntima expresión de mí en el Universo y el poder de tocar es tan grande que me siento impotente cuando están lastimadas.
Tienen un carácter único: igual como mis huellas digitales, representan mi pasado, mi presente y mi porvenir.
Entre las manos tengo las situaciones de mi vida diaria y el estado de mis manos manifiesta en qué medida capto mi realidad y cómo expreso el amor tanto como el odio.
Si tengo dolor, es que me niego a ser flexible frente a las situaciones presentes. Entonces, debo preguntarme lo que me molesta o lo que no quiero realizar.
¡Mi cuerpo me habla y tengo interés en escucharle!
Puedo integrar este malestar empezando a aceptar conscientemente que vivo en enojo y que mis pensamientos son rígidos.
Necesito liberar estas energías con amor y confianza, porque su libre circulación me permitirá actuar de modo constructivo a través de cualquier acción.
Quedándome abierto de corazón a esta energía y reconociendo que tengo que cambiar algo, puede invertir el proceso y mejorar mi salud.
No se trata de escapar de nuestra oscuridad, se trata de reconocerla y de aprender a amarnos desde ella.
Ánimo, ¡ si se puede! (Y aplica para todas las enfermedades)