No voy a anotarme al gimnasio, ni comer más sano todos los días. Mis propósitos ahora tienen que ver con fortalecer mis debilidades como ser humano y como madre.
1. Ser más paciente.
Los niños están en una etapa muy retadora, y a veces me ha sido difícil mantenerme en control. Si me tomo un tiempo todos los días (sin desistir) para hacer una respiración mecánica, trabajo en mantener mi paciencia durante todo el día. Recordando que son niños y no merecen ser tratados como adultos que corren todo el tiempo o que lo hacen todo bien hecho. Aprendo a entender que van a otro ritmo y que de mi estado de calma ellos aprenden.
2. Educar sin gritar tanto.
Lo confieso, tengo el grito fácil. Cuando se me cruzan los cables no lo puedo evitar. No me gusto cuando me escucho gritar, así que es algo que quiero cambiar. Ante la mínima, levanto la voz y eso ha provocado un efecto que tampoco me gusta: que mis hijos sólo me hagan caso cuando grito. Hay momentos en que uno no está receptivo a nada, solo ves caos y sientes frustración. Esa es la vida normal de una mamá con hijos pequeñitos. Pero no te puedes enganchar. Ellos todo el tiempo están aprendiendo de ti. Para lograrlo, repito en mi mente el mantra: “practico la dulzura”, las veces que sea necesario, si lo necesito, pego stickers por toda la casa con esta afirmación. Eso me mantiene enfocada y siguiendo el camino para lograr mi propósito.
3. Mejorar la calidad del tiempo que paso con mis hijos. Seamos honestas; pasar el tiempo con ellos no es precisamente mientras hacemos el súper, ponemos lavadoras, limpiamos la casa o estamos ahí al lado trabajando en la computadora. Que bueno que somos madres multitask pero seriamente no le estamos dedicando tiempo a los hijos estando así. Yo de plano escribí en una bitácora de los niños pegada a la pared “jugar”, de esta manera no me olvido y programé esta actividad una vez al día por 1 hora ( entre semana) y por 3 (en los fines). Esta bitácora nos ayuda como familia a realizar labores. Desde levantarse y prepararse para el colegio, hasta ayudar en casa con alguna tarea. De esta forma y siguiendo el esquema nos evitamos berrinches y nos mantenemos motivados en cumplir las actividades del día. Sé que podría ser difícil algunas veces pero la práctica constante te acercará a la meta.
4. Dejarlos conectar con su esencia. En resumidas cuentas “dejarlos ser ellos mismos”. Algunas mamás tenemos la fijación de corregirlos, decirles que hacer y cómo hacer todo el tiempo y esto a veces no les permite estar relajados explorando el mundo. Si bien es cierto que somos sus primeras maestras, no sólo lo seamos de dientes para afuera. Permítete enseñar con el ejemplo, con tu buena actitud. Si los dejamos ser ellos se descubrirán como personas y serán capaces de llevar a cabo lo que sea en un estado más sano y consciente.
5. Dedicarle más tiempo a mi persona. A veces yo misma me asfixio llenándome de actividades para hacer más eficiente mi tiempo. Querer abarcarlo todo no me ha dado resultado últimamente. A veces es sano parar, descansar, tomárselo con calma. Un ratito todos los días sería lo ideal, pero para una persona como yo que no se sabe estar quieta, con una vez a la semana ya habría una gran diferencia. Ojo: no es ir al súper sola o hablar por teléfono con amigas mientras vas a tu trabajo. Es realmente programar un tiempo para ti. Un masaje, un corte de pelo, un café con amigas, asistir a una clase de algo o simplemente bobear en las tiendas. Cuando realizo algo para mi, mi estado de ánimo cambia, es como recargar pilas para poder con todo lo demás.
6. Ahorrar. Si. Me cuesta, siempre hay un montón de cosas que pongo como prioridad. Los hijos, las colegiaturas, el súper, las clases extra, los paseos, bla bla. Ahorrar y punto. Ya sabemos todos para qué. Además de inculcarles ese buen hábito a los hijos.
7. Leer un libro de cultura financiera al mes. Para aprender a organizar mis finanzas, crecer mi ahorro y cambiar el chip mental.
8. Dedicarle más tiempo a mi blog. Porque me apasiona y quiero compartir todo lo que me gusta y me hace crecer. Siento que de esa forma estoy también retribuyendo al mundo. A veces me gana la vida y no encuentro mucha inspiración. Realizar esto es parte del ejercicio de hacer algo para mi. Conectar con uno mismo no siempre es fácil, y menos cuando se tiene tanto que hacer. Sin embargo, es sano y hasta terapéutico.
9. No comprometerme a hacer cosas que no puedo cumplir. Aprender a decir “no” es vital para lograr esto, así como establecer límites para con las demás personas. He aprendido que no es sano hacer las cosas por quedar bien o solo por satisfacer las necesidades de otros ( incluidas las de tu familia), si realmente eres servicial, lo haces con gusto y no te quejas, pero si ya lo sientes como una carga, mejor no lo hagas y busca la manera de delegarlo o de recibir ayuda de todos. Nada es por obligación, cambiemos el tengo que, por el me gustaría que… siendo acertivos las cosas funcionan mejor. Es preferible cumplir tu palabra y no crear falsas expectativas.
10. Perseverar para lograr mis propósitos. La persistencia es la única manera de llegar al cambio.
Y ustedes, ¿cómo van con sus propósitos?